sábado, 2 de junio de 2012

INTRODUCCIÓN. 1. OCASIÓN DE LA CARTA.


El autor de la carta, innominado, escribe a ciertas comunidades cristianas que atraviesan una crisis, provocada por un grupo que ha abandonado la comunidad (2,19). Se trataba de carismáticos con inspiración para hablar o predicar (profecía) (4,1), es decir, verosímilmente hombres de nota en la comunidad. Sin duda, habían empezado a proponer nuevas doctrinas en el seno de la misma y, al no conseguir arrastrada, se habían separado, dedicándose al proselitismo entre los paganos, con gran éxito (4,5). Se había producido, por tanto, y quizá por primera vez en aquella región, una ruptura en la unión cristiana, una divergencia en la fe y en la enseñanza. Las comunidades se sentían inseguras (5,13), y a ellas se dirige la carta.

Los falsos maestros son calificados de anticristos (2,18.22; 4,3), o «antimesías», pues su doctrina negaba que Jesús sea el Mesías; se les tacha además de embusteros (2,22) que intentan extraviar a los fieles (2,26), de falsos profetas (4,1), en connivencia con el mundo (2,15; 4,5).

Al mismo tiempo, se jactaban estos individuos de conocer a Dios (2,4; 4,8), de amado (4,20) y de estar en íntima unión con él (1,6; 2,6.9). Eran carismáticos (4,1-3) y pensaban estar completamente libres de pecado (1,8.10). No consideraban importante la observancia de los mandamientos y, en particular, el del amor activo al prójimo (2,4.9.11; 3,7.10-12.17). Tal vez manifestaban odio o violencia contra los fieles (3,13-15).

Los destinatarios, por su parte, han resistido bien a la ofensiva (2,13b.14c; 414; 5,4), aunque el mal influjo aún continúa (2,26; 3,7; 4,1).

La carta, es verdad, carece de forma epistolar. No hay dirección, saludos, ni despedida, Pero, dado el modo de hablar a los destinatarios, no se la puede considerar simplemente como un tratadito sin conexión con circunstancias particulares; parece más bien una carta dirigida a varias comunidades, probablemente de Asia Menor, que atravesaban una crisis parecida bajo el influjo de los mismos propagandistas.

¿Cómo calificar a éstos? Descartada la identificación con Corinto, pues no coinciden sus doctrinas con la de los adversarios combatidos en la carta, éstos parecen haber profesado un gnosticismo rudimentario, de base cristológica (a diferencia del que aparece en Colosenses). Fundamentalmente negaban que Jesús hombre fuera el Mesías, el Hijo de Dios, «leitmotiv» de la carta, y no atribuían valor alguno a su muerte (1,7 con 5,6; 2,22; 4,2-3.10.14; 5,1.5). 

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